jueves, 4 de noviembre de 2021

Principios epistemológicos del enfoque dialéctico

Métodos cuantitativos versus métodos cualitativos: Un falso dilema  
Nélida F. Landreani (+)

Artículo publicado en Ciencia, Docencia y Tecnología, nº 1, año I, marzo 1990, 
Extracto reproducido textualmente con fines didácticos y referenciales. 

Principios Enfoque Dialéctico
 
(Imagen realizada con fines visuales)

Extracto

 II. 4. Los principios epistemológicos del enfoque dialéctico 

 Estos principios no poseen un carácter de dogma, son supuestos que se definen como criterios generales que orientan el conocimiento de un objeto determinado, y que adquieren rasgos particulares según las características propias del objeto de estudio. Estos criterios son los que otorgan consistencia y coherencia interna al método respecto de la concepción de la realidad y del conjunto de técnicas y procedimientos (aspectos que trataremos con más profundidad en el punto siguiente). Éstos presupuestos están vinculados estrechamente y pueden discriminarse a los efectos de su análisis a condición de que sean entendidos desde un enfoque global e integrador. 

 II. 4. 1. El principio de la objetividad y la construcción del conocimiento. 

El proceso cognoscitivo es subjetivo y objetivo al mismo tiempo. Objetivo en tanto el objeto de conocimiento es externo e independiente del sujeto. Subjetivo en tanto el sujeto posee una función activa, es decir, introduce sus propiedades individuales aunque sean sociales por su génesis. 

 El hombre, para conocer las cosas como son en sí mismas, debe transformarlas antes en cosas "para sí", debe apropiárselas. La construcción del objeto de conocimiento no puede efectuarse si no se produce una apropiación del mismo pues el conocimiento no se obtiene por contemplación sino mediante la ACTIVIDAD, esto es "aspectos o modos diversos de apropiación humana" (19). 

 La realidad existe independientemente de la voluntad de los hombres, pero no es ajena a ellos, es externa pero no independiente: la realidad social es construida por la práctica social de los hombres, en condiciones que los determinan. Mediante la práctica social se construye el mundo; la realidad de alguna manera es transformada por ella, de modo que puede comprenderse la relación sujeto-realidad como un proceso de construcción mutua, ya que al tiempo que imprime su impronta en la realidad, a la vez se transforma a sí misma. Este es un proceso permanente y a la vez inconcluso, por el mismo carácter dinámico y complejo de la realidad social. 

 La reconstrucción consiste, pues, en el proceso de reflexión de prácticas anteriores con un sentido crítico que permite una primera lectura global descriptiva, fundamental para develar sus principales contradicciones. La objetivación como proceso y no como valla protectora que impide una lectura subjetiva. Del enfoque dialéctico incorpora al proceso de conocimiento científico el saber del sujeto como un sentido particular y parcial pero necesario para la construcción de las categorías teóricas que permitirán dar un salto cualitativo en la calidad del conocimiento. Nos distanciamos de Bourdieu en su idea de ruptura con el saber no científico (20). El proceso de objetivación, entonces, se realiza mediante el proceso de construcción del objeto teórico, que permite una reflexión crítica de las prácticas y por lo tanto su interpretación. Por último, la objetivación permite en este proceso la resignificación de la práctica. Pero este punto nos remite a otro principio: unidad de teoría y práctica 

 II. 4. 2. Principio de la Cognocibilidad 

Los fenómenos no se manifiestan inmediatamente a los hombres; la realidad es compleja pero puede ser conocida. El objeto de conocimiento es externo al sujeto y puede ser conocido. Sin embargo, el conocimiento de la realidad social está dificultada por la complejidad de esta: los fenómenos sociales no son el conjunto de datos que manifiestan fenoménicamente; se requiere para develar su esencia y fundamento, de una práctica específica, la práctica científica: la construcción de categorías que permitan interpretar la realidad superando el mundo de la pseudo concreción (conjuntos de fenómenos que llenan el ambiente cotidiano y que son captados por el sentido común) (21). 

 Según el principio de la objetividad, el objeto de estudio de las prácticas escolares surge del mismo saber del maestro, de la significación que le otorga al mundo escolar y a su propio quehacer docente, de su discurso pedagógico, etc., y su proceso de reflexión, de análisis e interpretación se cumple en un movimiento que va del fenómeno a la esencia, ya que el fundamento mismo de sus prácticas no se manifiesta directa e inmediatamente. Es preciso, para ello, el desocultamiento de lo esencial mediante ese proceso de objetivación del que hablábamos. Este principio de cognoscibilidad nos da cuenta de la posibilidad de introducirnos en el complejo mundo de la educación, apercibiéndonos de que, a mayor complejidad, mayor dificultad para conectarnos con la esencia, para construirla. 

II. 4. 3. Principio del Historicismo 

Reconoce que todo fenómeno tiene causalidad histórica. Las prácticas sociales deben ser entendidas por su origen y desarrollo tanto en el proceso de desarrollo de la historia social como de las historias particulares. Las prácticas mismas tienen un carácter histórico, no son universales. Se dice en este sentido que aquellos pueblos que no recuperan su memoria, no tienen futuro en el sentido que se interrumpe la línea de continuidad histórica. 

 II. 4. 4. Principio de la mutua determinación 

El objeto de conocimiento es un todo complejo que se define en una red de múltiples relaciones. El proceso de conocimiento científico implica que sujeto y objeto están en una relación recíproca. Al ser el conocimiento una práctica, lo interior y lo exterior se transforman mutuamente. Pero el grado de determinación de un elemento está dado en cuanto a un mayor nivel de estructuración; todo fenómeno está siendo determinado por un fenómeno más a abarcativo y ésta a su vez determinante de otros. En este inter juego de determinaciones, los límites están impuestos por la totalidad como categoría integradora. Es lo que permite que el recorte de las unidades de análisis no queden disociadas respecto de la realidad global. Esto nos remite a la selección de variables que desde el campo de la investigación social se requiere para el conocimiento los fenómenos, aspecto más que interesante para profundizar, ya que se pone en juego el criterio de recorte de la realidad en la definición de las unidades de análisis y del universo que abarca, y a los criterios de operacionalización de las variables. 

Pero este múltiple juego de determinaciones también nos aproxima al carácter dialéctico de éstas, que nos alerta del riesgo de caer en un determinismo mecanicista. Las determinaciones tienen un carácter histórico y particular. Y se construyen en la medida en que son "anticipadas" a través de la relación que establecen con las categorías mediadoras que se construyen en el proceso de conocimiento de un fenómeno particular. 

 II. 4. 5. Principio de las contradicciones 

Como la realidad es contradictoria, es un proceso en permanente desarrollo. Todo fenómeno social y lleva implícita la lucha de contrarios, una lucha que es motor del devenir histórico. No es posible acercarse, pues, a la noción de Conocimiento Verdadero porque la propia construcción del conocimiento de la realidad social también está sujeta a contradicciones. 

La posibilidad de síntesis en la lucha de contrarios está directamente en relación con la posibilidad de una modificación en la correlación de fuerzas entre ellos. En términos de prácticas sociales, puede afirmarse que esta síntesis está en relación con la modificación de las mismas prácticas. 

Claro esta que las contradicciones se manifiestan a diferente nivel de complejidad y trascendencia. En la realidad social aparecen contradicciones relevantes para el conjunto social y una serie de contradicciones de carácter secundario que pueden a su vez aparecer como determinantes en situaciones particulares. La posibilidad de transformar la realidad en la dirección buscada se plasma en la medida en que ese despliegue la contradicción fundamental que se desarrolla en un aquí y un ahora. 

 II. 4. 6. Principio de la unidad de teoría y práctica 

Retomando algunas expresiones ya vertidas en este documento, con relación a la función social del conocimiento científico, queremos ratificar nuestra convicción de que las Ciencias Sociales han mantenido la disociación entre la realidad social histórica-concreta y la construcción de los marcos teórico-interpretativos. Justamente, la función ideológica de la que nos habla E. Verón. 

Esta nos remite a la relación entre el quehacer humano (práctica social) y la construcción del conocimiento. Es decir, nos remite a la relación entre teoría y práctica. 

La práctica es fundante de la teoría. Esto significa que es a través de la práctica que el hombre "dialoga" con la realidad, apropiándosela en la construcción de un sentido interno. No debemos llevarnos a engaño creyendo en una aproximación a la realidad ingenua, primaria, sin presupuesto alguno. En realidad, todo sujeto dialoga, establece relación con lo real desde supuestos básicos subyacentes. Entendemos que son las condiciones materiales globales del orden social las que dan origen a esos supuestos, que conforman un sistema ideológico hegemónico pero que adopta distintas expresiones, es decir, diferentes modos de significación, pues se establece un inter juego entre ese sistema de ideas dominantes y las prácticas de los sujetos particulares. 

Si la práctica en estos términos es fundante del conocimiento, es fuente potencial también de transformación, ya que su reconstrucción permite develar los supuestos implícitos y, en consecuencia, facilitar su resignificación y la modificación de las prácticas correspondientes. En esto consiste el carácter transformador de las prácticas, pero es su carácter que se encuentra potencialmente en las prácticas, ya que la penetración del sistema ideológico produce prácticas alienadas y la construcción de un sentido común que ocultó sus aspectos esenciales. 

Este carácter transformador también se pone en juego en la construcción teórica, pues es la producción de un sentido objetivo científico que orienta la acción de los sujetos en tanto actores sociales, actuando la práctica como criterio de verdad de ese sentido teórico. Este criterio no apunta al "rigor" de la lógica racional (tal como aparece en el paradigma dominante) sino a la operatividad, es decir, al grado de eficacia con que ese conocimiento permite actuar correctamente, en correspondencia con los objetivos propuestos y en la dirección apuntada (22).

Esto nos lleva a plantear, que como lo hemos dicho ya, el conocer por la acción implica el conocer por la acción: nos remite a la pregunta del para qué del conocimiento científico. Creemos que muchos científicos sociales han dejado pendiente la pregunta. Asumir la unidad de teoría y práctica como un supuesto epistemológico, nos compromete a abandonar el campo de la especulación científica reducida a la elaboración de marcos teóricos críticos e incorporarnos al campo de la praxis. La contradictoria acumulación desarrollada en el campo de la elaboración teórica frente a la reducida cantidad de experiencias concretas en el campo de las prácticas sociales transformadoras nos alertan de este "descuido" tan manifiestamente paradójico. La disociación teoría-práctica da cuenta de una de las contradicciones más flagrantes del enfoque crítico: quedarse en el campo del discurso teórico. 

No debemos dejar de hacer referencia a las experiencias participativas a las cuales nos referimos en la introducción. Es cierto que en América Latina se han difundido experiencias basadas en metodologías participativas, investigación acción, educación popular, que intentan poner en práctica este supuesto de unidad teoría-práctica. También es cierto que a la fecha no se han podido sistematizar los logros obtenidos en términos de conocimiento de la realidad y de transformación social. 

Por lo que conocemos, creemos que en general estas experiencias caen en prácticas pragmáticas, remitiéndose a promover la participación popular, la autogestión y las organizaciones de base, que sin duda son aspectos importantes de la transformación social pero que aún no han generado una sistematización que permita potenciar estas experiencias como intentos fundados de transformación, ni avances significativos que permitan superar experiencias locales y puedan trascender. Cuántas de esas experiencias quedan abortadas menoscabando la capacidad misma de los sectores populares en organización e iniciativa... 

En muchos casos, estas experiencias poseen un rédito académico que deja un saldo intelectual más importante en los equipos de expertos que se acercan a los sectores populares que en términos de los propios sujetos que "participan" en especie de laboratorios callejeros, dejando traslucir un dejo de manipulación que cuestionamos muy fervientemente desde una ética de la ciencia. Vemos, desde esta otra perspectiva, que también deriva en la disociación. 

En esta línea de acción, si en algo debe servir la ciencia es justamente en ser un instrumento de cambio, una herramienta que facilite una mayor eficacia en los procesos de transformación. Para lo cual se exige romper el mito de de la investigación como área restringida a expertos, y proponerse una práctica científica de socialización del instrumental específico, facilitando una apropiación social. 

 II. 4. 7. Principio de la imposibilidad de la neutralidad 

Esta contradicción entre discurso y acción nos remite a una polémica de larga data entre los defensores del paradigma dominante y el enfoque dialéctico: acerca de la neutralidad en el análisis de lo social. La objetividad entendida como neutralidad valorativa ha sido un supuesto muy arraigado en las corrientes sociológicas tradicionales y se contrapone con el enfoque que entiende a la realidad social como ideológica, razón por la cual es imposible una visión desprovista de contenido ideológico. No queremos abundar en este argumento porque creemos que en el campo de la elaboración de las teorías críticas ha sido suficientemente explicado. Pero, en relación a las prácticas científicas, desde este enfoque si creemos importante señalar que la ausencia de un compromiso con las prácticas transformadoras convierte en neutral la actividad científica. 

Es un hecho que la producción científica está reducida a un campo muy estrecho de expertos, que la misma queda presa del propio sistema científico impuesto por el orden social y por el cual el grado de difusión y divulgación de la producción acumulada queda reducido a ese sector. Nos preguntamos entonces qué destino tienen las teorías críticas, qué función cumplen los discursos teóricos. En definitiva, el principio de la no neutralidad o del politicismo de las Ciencias Sociales nos marca un interrogante para todos los que estamos en el campo del quehacer científico, acerca del significado mismo del politicismo en tanto compromiso explícito con los intereses sociales que se ponen en juego en el campo del poder, y si este significado tiene algo que ver con los movimientos sociales mismos en relación con nuestras prácticas científicas. 

19 Kosik, Karel: La dialéctica de lo concreto. Grijalbo, México, 1967.

20 Bourdieu, Pierre: El oficio de sociólogo. Siglo XXI Editores, México, 1986.

21 Al decir de Kosik, el mantenerse en el plano superficial, en el plano de lo que se muestra. Es el mundo de la pseudoconcreción, el mundo de lo fenoménico.

22 Este ha sido uno de los supuestos que ha operado con mayor énfasis en la definición dé los principios epistemológicos del Proyecto que actualmente nos ocupa. Sobre todo en relación a la tarea de formación de cuadros científicos en la cual estamos involucrados, pues el Proyecto cuenta en su equipo con alumnos de los últimos años de la carrera de Ciencias de la Educación, y cuyo principal reclamo es, justamente, el de "hacer cable a tierra", de desplegar el valor de las teorías ante la contundencia de la crisis educativa, con la condición de que ese despliegue no sea puramente técnico-instrumental (como si la educación fuera un objeto neutro) sino entendiéndolo como una verdadera confrontación, en la que se pone en juego el carácter operativo del marco teórico y su intencionalidad transformadora.

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